domingo, 14 de octubre de 2007

Cartas


Esta semana he leído que, como tantas veces, unos desalmados han incendiado una Oficina postal en el País Vasco. ¿Aquellos que creen ser la voz del pueblo, se han parado a pensar que quemando la correspondencia difícilmente podrán obtener el aprecio del ciudadano de a pie? Pero no parece que el ciudadano se lamente, puede ser que se haya a habituado las salvajadas más sorprendentes; aunque quienes hemos sido educados en el concepto de que la correspondencia es sagrada, nos escandalizan tales acciones. ¿Cuántas noticias y deseos deben de haber ardido por culpa de los bárbaros? Tal vez no muchos. Hoy pocas cartas se escriben, salvo las bancarias o las que comunican falsos premios a cambio de hacer esto o aquello. Pero bastaría una sola carta como "las de antes" para meditarlo y ponerse a llorar. Quizás se haya quemado un envío con aquel disco tan anhelado, o aquellos paquetes que los inmigrantes destinan a ultramar para paliar las carencias de sus familiares... Cantaba Lucha Villa en "Besos de papel":

"Ciento veinte cartas te mandé en tres años
y de todas ellas tres me contestaste.
Por cada cuarenta que yo te mandaba
una me escribías, qué mal me pagaste.
Ciento veinte portes de entrega inmediata
me dan un total de ochenta y cinco pesos,
todo para que en tres hojas de a tres por cinco
me dijeras "mi alma te mando mil besos".

Besos de papel
se los lleva el viento,
igual, igual, con tus cartas
me jugaste rudo con tus sentimientos.

Por todos los santos que dicen que existen
te juro que nunca tendré amores lejos,
porque me han contado y lo he comprobado
que amores de lejos nunca son parejos.
A muchos el tiempo les borra pasiones,
A otros el vino les sirve de aliado,
pero a mi me basta recordar tus cartas
y en mi pensamiento tu nombre borrado.

Besos de papel
se los lleva el viento,
igual, igual, con tus cartas
me jugaste rudo con tus sentimientos."

Nuestros besos de papel no se los lleva el viento, son destruidos por los monstruos que hemos engendrado.

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