
En 1648, Blas Pascal escribió a su cuñado Perier, pidiéndole que fuera de Clermont a la cumbre del Puy-de-Dôme con un tubo de mercurio, y midiera si encontraba diferencias en el nivel del líquido. Mientras la Revolución se extendía por toda Francia, Perier subió y bajó el Puy-de-Dôme y las previsiones se confirmaron. Pero Pascal, para evitar todo riesgo de error, dijo a Perier que repitiera seis veces el experimento.
La conclusión final puede resumirse así: "Donde hay confianza da asco".
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