miércoles, 31 de octubre de 2007
martes, 30 de octubre de 2007
lunes, 29 de octubre de 2007
Ni un pelo de tonto
Carlos iba de camino a Granada, de vacaciones, cuando, al atravesar un pueblo, se le averió el coche. Mientras se lo arreglaban, decidió hacerse cortar el pelo. El pueblo sólo tenía dos barberías, la de Pepe y la de Antonio. Carlos echó una ojeada por la luna de la barbería de Pepe. El espectáculo no fue de su agrado:"¡Vaya suciedad! Hay que limpiar el espejo, el suelo está lleno de pelo, el barbero está sin afeitar y lleva un corte de pelo horrible". No es de extrañar que Carlos se marchara de allí, y fuera a dar un vistazo a la peluquería de Antonio: "¡Qué diferencia! El espejo está limpio, el suelo bien barrido y Antonio lleva un corte de pelo perfecto". Pero Carlos no entró. Regresó en cambio a la otra peluquería, pese a lo sucia que estaba, para que le cortaran el pelo allí. ¿A qué obedece su conducta?
sábado, 27 de octubre de 2007
El enigma de los tres cerditos
Entre todos los absurdos que acompañan el mundo de la infancia, destacan algunos cuentos que deberíamos evitar a nuestros despreocupados pequeñuelos. Uno de los más abominables es el de "Los tres cerditos", que fue el causante de mi desarreglo intelectual, el cual no ha dejado de atormentarme desde entonces. Traduzco del inglés:
"Los tres cerditos eran felices en todo menos en una cosa: cada uno soñaba con tener una casa de su propiedad"
Hablando con franqueza, no se soportaban. No a causa de su olor, pues los cerdos carecen de glándulas sudoríparas. Mejor imaginemos que uno era adventista del séptimo día, el otro exhibicionista y el tercero ultrasur, por ejemplo. Tres cerditos desdichados. Adviertan a sus hijos sobre los riesgos de una convivencia indiscriminada.
"Y un día dijeron: ¿Por qué no nos ponemos a trabajar construyendo una casa?"
¿Piensan que se unieron en esta empresa? Pues no, cada uno corrió en una dirección distinta. En Murcia hay una expresión que define esta actitud individualista: "Cada perrico se lame su pijico", pero esto no se lo cuenten a sus niños, limítense a infundirles un espíritu de colaboración, aunque luego comprueben que tal concepto es una falacia.
"Uno pidió paja, el otro madera y el tercero ladrillos"
¿Lo ven? No compraron el material de construcción, porque tenían un morro que se lo pisaban; unos gorrinos gorrones. Nuestros hijos crecerán creyendo que todo se les ha de regalar, sin esfuerzo, sin merecimiento, por ser unos niños cerditos, una generación irredenta.
"Cada uno construyó su casa en un solo día"
Otro mal ejemplo. Sus hijos deben saber que las buenas maneras están reñidas con la actividad excesiva. Crecerán haciendo bicing, puenting, rafting... no podrán sosegarse en el hogar y la revolución habrá entrado en sus lares estrepitosa e inconteniblemente.
Entonces vino un lobo docto y sensato (tal vez un honesto inspector del ayuntamiento, ¿acaso piensan que se puede construir en donde a uno le dé la gana?) y quiso dar una lección a estos pretenciosos marranos. Es de agadecer que, soplando, derribara dos de las tres casuchas; más espacios verdes para todos. Pero el tercer cerdito, que seguramente tenía su casa afectada por aluminosis, era el más puerco y abrasó al pobre lobo sin contemplaciones. ¿Desean que sus hijos sean pirómanos? ¿Que vayan por la noche incendiando a quien encuentren por la calle? ¿Es que no leen los periódicos?
El cuento concluye así: "Después de este suceso, nadie fue más feliz que los tres cerditos viviendo juntos"
Es decir, como al principio. Tanto esfuerzo para nada. Castigados por cochinos a soportarse de nuevo el resto de sus días. Una porquería de cuento sin pies de cerdo ni cabeza. Un absurdo.
"Los tres cerditos eran felices en todo menos en una cosa: cada uno soñaba con tener una casa de su propiedad"
Hablando con franqueza, no se soportaban. No a causa de su olor, pues los cerdos carecen de glándulas sudoríparas. Mejor imaginemos que uno era adventista del séptimo día, el otro exhibicionista y el tercero ultrasur, por ejemplo. Tres cerditos desdichados. Adviertan a sus hijos sobre los riesgos de una convivencia indiscriminada.
"Y un día dijeron: ¿Por qué no nos ponemos a trabajar construyendo una casa?"
¿Piensan que se unieron en esta empresa? Pues no, cada uno corrió en una dirección distinta. En Murcia hay una expresión que define esta actitud individualista: "Cada perrico se lame su pijico", pero esto no se lo cuenten a sus niños, limítense a infundirles un espíritu de colaboración, aunque luego comprueben que tal concepto es una falacia.
"Uno pidió paja, el otro madera y el tercero ladrillos"
¿Lo ven? No compraron el material de construcción, porque tenían un morro que se lo pisaban; unos gorrinos gorrones. Nuestros hijos crecerán creyendo que todo se les ha de regalar, sin esfuerzo, sin merecimiento, por ser unos niños cerditos, una generación irredenta.
"Cada uno construyó su casa en un solo día"
Otro mal ejemplo. Sus hijos deben saber que las buenas maneras están reñidas con la actividad excesiva. Crecerán haciendo bicing, puenting, rafting... no podrán sosegarse en el hogar y la revolución habrá entrado en sus lares estrepitosa e inconteniblemente.
Entonces vino un lobo docto y sensato (tal vez un honesto inspector del ayuntamiento, ¿acaso piensan que se puede construir en donde a uno le dé la gana?) y quiso dar una lección a estos pretenciosos marranos. Es de agadecer que, soplando, derribara dos de las tres casuchas; más espacios verdes para todos. Pero el tercer cerdito, que seguramente tenía su casa afectada por aluminosis, era el más puerco y abrasó al pobre lobo sin contemplaciones. ¿Desean que sus hijos sean pirómanos? ¿Que vayan por la noche incendiando a quien encuentren por la calle? ¿Es que no leen los periódicos?
El cuento concluye así: "Después de este suceso, nadie fue más feliz que los tres cerditos viviendo juntos"
Es decir, como al principio. Tanto esfuerzo para nada. Castigados por cochinos a soportarse de nuevo el resto de sus días. Una porquería de cuento sin pies de cerdo ni cabeza. Un absurdo.
viernes, 26 de octubre de 2007
jueves, 25 de octubre de 2007
miércoles, 24 de octubre de 2007
martes, 23 de octubre de 2007
Voy volando
Sale un avión desde Francia y otro desde China. Si se cruzan los dos aviones en Ucrania, ¿cómo se llaman los pilotos?
Solución al enigma de Marta y María
Marta y María son hijas del mismo padre y de la misma madre. Sin embargo Marta dice que no es hermana de María. ¿Qué es Marta?
Marta es una mentirosa.
Marta es una mentirosa.
lunes, 22 de octubre de 2007
A refugio en un refugio
Al entrar una noche de mucho viento en un refugio de montaña, se encuentran con que tienen una sola cerilla y hay, sobre la mesa una vela, y en la chimenea una tea apagada. ¿Qué deben encender primero?
domingo, 21 de octubre de 2007
Solución al acertijo del bar
Un tipo entra a un bar, se acerca a la barra y le pide al camarero una vaso con agua... éste lo ve y dispara un tiro al aire. El tipo no se toma el agua y se va agradecido. ¿Por qué?
El tipo que entró en el bar tenía hipo. Con el tiro se asustó, se le quitó el hipo y salió agradecido sin necesidad de beber el agua.
El tipo que entró en el bar tenía hipo. Con el tiro se asustó, se le quitó el hipo y salió agradecido sin necesidad de beber el agua.
Sobre la brevedad
Andrés Rodríguez Resina fue mi profesor de Metafísica durante los estudios universitarios. Como sacerdote, fue invitado por el rector de una parroquia rural para oficiar la misa dominical. Era un domingo de julio tremendamente caluroso. Mientras conducía, se preguntaba qué podría decir durante la homilía a aquellos feligreses que tuviera alguna relación con el evangelio del día. Sin acabar de encontrar la respuesta, llegó a la iglesia y en la sacristía saludó al rector, que le esperaba frente a un ventilador. Le expresó su preocupación y el rector contestó: "Verá Don Andrés, ‘en época de melones no hay sermones’". Lejos de incomodarse por la respuesta, quedó fascinado por la síntesis magistral de lo que hubiera podido ser un discurso farragoso del tipo: Los fieles que asisten a la eucaristía en este pueblo, tanto más con la canícula, no parecen muy predispuestos..., además, hay que tener en cuenta que..., por lo que me permito sugerirle... De la frase "en época de melones no hay sermones" extrajo no menos de cincuenta enseñanzas, que me iba contando cuando lo visitaba mientras escuchábamos a Mozart.
Años más tarde, otro domingo de julio, estaba cenando con unos amigos en un restaurante chino situado en el concurrido paseo marítimo de Lloret. Al pedir la cuenta, la encargada, para congraciarse con nosotros, nos invitó a un licor de rosas y preguntó si nos había gustado la comida, a lo que respondimos afirmativamente. Por seguir la conversación, le comenté que no entendía que, con platos tan apetitosos a un precio módico, el restaurante no se viera más frecuentado. Dirigiendo una mirada compasiva a los numerosos paseantes, respondió: "Es que son muy pobres". Cinco palabras breves para decir: Mire usted, la mayor parte de los turistas de Lloret son jóvenes; no es que sean indigentes, pero el dinero que les sobra después de haber contratado el viaje prefieren emplearlo en discotecas y cubatas hasta el amanecer, comprando cualquier cosa que comen en la habitación del hotel. Quedé asombrado ante tanta concisión. Además, la escueta frase contiene una falsedad que debe ser interpretada con amplitud para dar con la verdad precisa de lo que se pretende expresar, cosa que la encargada supuso que haríamos sin problemas.
Podría seguir con más anécdotas, pero me he prometido ser breve.
sábado, 20 de octubre de 2007
viernes, 19 de octubre de 2007
Vaya lío
Marta y María son hijas del mismo padre y de la misma madre. Sin embargo Marta dice que no es hermana de María. ¿Qué es Marta?
Solución en un post del 23 de octubre
Solución en un post del 23 de octubre
jueves, 18 de octubre de 2007
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